Lo puedes ver en cualquier página web: tan pronto como alguien menciona el más minimo detalle sobre un navegador, otra persona le rebate sus argumentos diciendo que otro navegador es mejor.
Uno de los argumentos más recurrentes es la acusación de plagio del estilo «¡Navegador X se copia de navegador Y!», pero ¿de qué va todo esto?
Parecidos razonables
Si el tema de los navegadores te queda lejano, o simplemente no te importa, es posible que no sepas muy bien de qué estamos hablando. No te preocupes, vamos a ilustrar algunos casos a lo largo de este post.
Ejemplo que, por cierto, se pueden ampliar casi hasta el infinito, siendo en la mayoría de las ocasiones detalles sutiles que pasamos por alto al formar parte del día a día de todos los navegadores.
— Pestaña de inicio rápido (Speed Dial) de Opera, y de Google Chrome. —Por qué sucede
Es inevitable que unos navegadores se copien a otros por una sencilla razón: todos sirven para navegar por Internet. Salvo en los contados casos en los que el navegador intenta innovar saliéndose del tiesto o especializándose, no son más que ventanas desde las que asomarse a Internet.
Un navegador debe, por tanto, cumplir con una función básica: la representación correcta de la página web que se está visitando, ofreciendo también atajos y herramientas con los que facilitar al usuario su experiencia.
Menú de Firefox 4.0 y Opera 10
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Por ejemplo, hace ya mucho tiempo que quedó comprobado que la navegación por pestañas era una buena idea y, aunque a unos les ha costado más que a otros, ya está disponible en todos los navegadores desde hace tiempo. Lo mismo sucede con el resto de funciones o características que se han demostrado buenas. Si funcionan ¿por qué evitarlas? ¿porque alguien lo hizo antes? Si siguieramos ese mismo planteamiento en el resto de cosas de nuestra vida cotidiana, tendríamos realmente todo tipo de artilugios estrafalarios y distintos entre sí, pero sólo habría uno de cada.
No se puede llamar plagio a coger una idea potencialmente buena y aplicarla, a tu manera, a tu producto. Por mucho que Firefox tenga el menú comprimido o sin comprimir, ¿en qué cambia? Sigue siendo Firefox. Su parentesco con el menú de Opera es irrelevante, pues aunque sea del gusto de los usuarios de este último, podría disgustar a los de Firefox. Al final, se impone la preferencia de los usuarios, en una especie de evolución natural mediante feedback.
¿Importa?
Antes de preguntarte si un navegador ha copiado alguna función de otro, seguramente debas preguntarte si eso importa. ¿Es relevante? Al fin y al cabo, el navegador no es más que una herramienta, una herramienta que utilizas para navegar por Internet y en la que, por tanto, deberías buscar la máxima eficacia y funciones.
No es pues la ocasión para ponerse filosófico ni decidir uno u otro navegador por motivos emocionales, que no van a ninguna parte. ¿Es motivo para utilizar una aplicación u otra, que sea pionera en algo? La verdad es que no. Es correcto darle el reconocimiento que se merece, pues siempre es más difícil innovar que utilizar algo que ya se sabe de antemano que funciona, pero el reconocimiento no sirve por si mismo para navegar por Internet.
Firefox con la extensión Download Statusbar, y Gestor de descargas de Google Chrome.
Aunque Chrome haya sido pionero en las pestañas incluidas en la barra de título de la interfaz, hay muchas personas -entre la que me incluyo, de momento- para las cuales esto no es suficiente. Al final, lo que importa es el paquete completo, no las funciones individuales y, por supuesto, es completamente irrelevante si algo se desarrollo por primera vez o no.
El único motivo por el cual te podría interesar ser fiel al original es para obtener de primera mano las siguientes innovaciones que su creador pueda introducir. Ha innovado una vez, así que lo puede hacer de nuevo. Este es el ejemplo de Opera, un navegador ancestral que siempre ha permanecido en las sombras, con utilidades muy interesantes de las que nadie se ha percatado hasta verlas en otros navegadores.
Conclusiones
En resumen, respondiendo a la pregunta de quién copia a quién, la respuesta sería «¿A quién le importa?» Dado que nadie se le pone una pistola en la sien para que utilice determinado navegador, siempre se impondrá la ley del más fuerte o, en este caso, del mejor preparado.
Las funciones van y vienen, se copian, se añaden, se mejoran y propician que, efectivamente, los navegadores sean cada vez homogéneos, pero también mejores y más completos según pasa el tiempo, pues en la última década hemos pasado de tener los genes de Internet Explorer, Netscape y poco más, a juntarnos con Firefox, Safari, Chrome y un largo etcétera.
Ante todo, hay que evitar tener nuestra mente cerrada y obcecarnos en determinada opción, defendiéndola a capa y espada de sus enemigos. Lo que hoy es bueno, mañana se puede quedar atrás, y si no que se lo digan primero a Internet Explorer, y ahora también a Firefox, que está perdiendo cuota frente a Chrome. Explora periódicamente las distintas opciones y quizá te sorprendas. Ni el tuyo es tan bueno como crees, ni el resto tan malos como imaginas.